martes, 23 de agosto de 2016

¡Es la hora de transformar la Economía!



Interesante, verdad??? Como miembros de REAS, asistiremos para seguir aprendiendo y caminando con otr@s en esto de la economia alternativa y solidaria. Os animamos a participar tambien.

Pincha aqui para saber mas.


miércoles, 10 de agosto de 2016

Una de tomates...!!!

Tomate Mencilla en la mata
Podriamos afirmar sin lugar a dudas que para la gente de Burgos el tomate es uno de los frutos mas codiciados de la huerta. 


Las extremas temperaturas de nuestra zona no facilitan su cultivo al aire libre ya que se trata de una planta que precisa constancia en el calor y la luz. 


Tomate Rosa en la mata
Por otra parte, la industria agroalimentaria, que bien se encarga de ofrecernos todo tipo de productos en cualquier momento, nos ha llegado a acostumbrar a consumir tomates sin sabor, sin olor, sin textura. Por todo ello, en Huerta Molinillo hacemos un esfuerzo especial por ofreceros una amplia variedad de alimentos, y el tomate, en particular, es uno de nuestros mas afamados productos. Gracias al invernadero podemos dejar crecer a nuestras plantas a su ritmo, sin prisas, disfrutando de la maduracion de sus frutos hasta su punto exacto. 

Tomate negro en la mata

Ademas, como ya sabeis procuramos cultivar variedades autoctonas, con buena resistencia y de gran sabor. 
Como podeis ver, las matas estan impresionantes. 
El tomate negro, el rosa, el tomate Mencilla, y la tomata campan a sus anchas en nuestros bancales, al tiempo que seguimos un riguroso sistema de rotacion y asociacion de los cultivos que ayuda a fortalecer la tierra.



Recogidos cuidadosamente a mano, los tomates quedan a disposicion de l@s soci@s para su disfrute. Sus minerales (potasio, fosforo, magnesio y calcio), vitaminas (B, C y A) y agua son el mejor antioxidante para los rigoresdel verano burgales.


 


 Un manjar tan anhelado que ahora esta en nuestras mesas.


miércoles, 3 de agosto de 2016

Sobre decrecimiento y agricultura

Resultado de imagen de agronegocio
La fascinación por el cuento del crecimiento económico es tal que Serge Latouche, explica: "consideramos positivo cualquier producción y cualquier gasto incluso cuando la producción es perjudicial... En materia de desarrollo el precio que hay que pagar en el plano social y humano es a menudo enorme". 
La agricultura que nos alimenta hoy en día es, lamentable, un buen ejemplo de lo que significa priorizar el crecimiento capitalista. Su desarrollo ha sobrepasado en términos globales la satisfacción de las necesidades de la población mundial (aunque el hambre siga afectando a millones de personas) pero sigue imparable, impulsada por la necesidad de generar, no alimentos, sino crecimiento económico. Así, en muchos países del Sur se ha implantado la agricultura de los agronegocios donde sólo importan los volúmenes de producción sin medir las consecuencias: el aumento de las zonas de cultivo a base de deforestación, la desaparición de muchos puestos de trabajo, una agricultura petrodependiente corresponsable del cambio climático, concentración de tierras y rentas, pérdida de biodiversidad y más.

Puede ser difícil de aceptar, pero desde el punto de vista ecológico no hay posibilidad alguna de mantener un planeta con recursos finitos basándonos en modelos de crecimiento ilimitado. No existe tierra cultivable suficiente para mantener una agricultura produccionista que alimente a las personas, alimente a la ganadería intensiva, y que -como nos explican ahora- genere la energía del futuro, los biocombustibles. No podemos aceptar más políticas de crecimiento económico sabiendo que esconde la generación de pobreza y compromete la vida de las generaciones futuras. 
Entonces, aparece la propuesta y la necesidad de pensar en el decrecimiento: supeditar el mercado a la sociedad, sustituir la competencia por la cooperación, acomodar la economía a la economía de la naturaleza y del sustento, para poder estar en condiciones de retomar el control de nuestras vidas. La ciudadanía del mundo no pierde nada, pierden las corporaciones. El decrecimiento nos llevará a vivir mejor con menos: menos comida basura, menos estrés, menos pleitesía al consumo. Y también aquí el modelo agrícola puede ilustrar bien estas propuestas. Devolver el control de la agricultura a los campesinos, que con la complicidad del resto de la sociedad, aseguren mediante modelos productivos ecológicos (donde los ecosistemas no están al servicio de la economía, sino al revés), consumo de temporada y distribución en mercados locales de alimentos sanos. Apostar por el decrecimiento es encarrilarse en un nuevo rumbo, donde más gente encontrará lugares de vida y trabajo que sin dañar el medio ambiente y sin competir y empobrecer otras regiones, puedan asegurar alimentos de buena calidad y buenos sabores para nosotros, las poblaciones del Sur y las futuras generaciones.

Extracto de un texto de Gustavo Duch Guillot, director de Veterinarios Sin Fronteras.