domingo, 1 de febrero de 2015

Carta de una familia

Queremos compartir con vosotr@s, y con su permiso, este agradecimiento de una familia socia de grupo de consumo. Nos ha tocado hondamente, y no hemos podido resistirnos. Una vez más, insistimos en que este círculo de productor@s-consumidor@s es algo colectivo, y si una pata falla, la otra no puede sostener el proyecto. Así que ¡REMAMOS A UNA!

(...) El otro día vivimos una experiencia sublime en casa, gracias a vuestras coles de Bruselas, derritiéndose en el paladar y dejando un regusto sabroso, recio, que anclaba a la tierra y trasmitía verdad, placer, tiempo... me pareció de esos momentos culinarios para enmarcar, esos momentos que muchas veces asociamos a una mesa compartida, y otras, a momentos de deleite del paladar, con algún plato exquisito, experiencias intensas que, aunque pasen los años, uno es capaz de evocar cerrando los ojos, recreándose en los matices, en el recuerdo que ha grabado el sabor... Esas coles de Bruselas no las cambiaríamos ni por el mejor bistec, ni por el más preciado caviar... son sublimes... pero lo más importante, lo verdaderamente enmarcable sois vosotros. Gracias por dedicaros a lo que os dedicáis, para deleite y placer de vuestros socios. Gracias por llevar a cabo utopías, por vuestro esfuerzo y tesón, por vuestro sueño realizable, por hacernos partícipes de este proyecto personal, que es un compromiso con la vida, con el cambio, con la integridad. No plantáis verdura, plantáis un modelo. Gracias por vuestro esfuerzo, sois admirables, en estos tiempos en donde hay que levantar los brazos. Gracias por poder recibir vuestra cesta todas las semanas, los miércoles tienen un tinte sagrado, ritual, común para nuestra familia. Gracias por el placer de saborear vuestro trabajo, puro deleite, pura vida. Gracias por vuestro ejemplo. Y sobre todo, por encima de todo, gracias por contribuir a que nuestros hijos tengan una experiencia vivencial con los alimentos, eso no tiene precio, por su importancia, por su contexto, por su mensaje, por su poética, por su naturalidad... es impagable ver como reconocen las  verduras, como ayudan a cocinarlas, como conocen su proceso... gracias de corazón. (...)

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