Pues sí, es cierto. Resulta que la ganadería intensiva abusa no sólo de la estabulación de los animales sino también, y en parte debido a eso, de los antibióticos que se inyectan a animales como pollos, gallinas, vacas, caballos, ... Por tanto, hay que tener en cuenta no sólo el tipo de vida a la que están condenados estos animales, sino también la cantidad de bacterias y virus que con su carne injerimos los humanos.
Además, de estas cuestiones, la degradación del medio ambiente es otro asunto a considerar, ya que la ganadería intensiva consume un tercio de los cereales producidos en el mundo, el 90% de la harina de soja y el 30% de las capturas totales de pescado. En concreto, en España, el 74% del total de los cereales (incluidas las importaciones) se utiliza para alimentar a los animales.
Para pensar y re-pensar nuestro consumo de carne... ¿verdad?
Si queréis más información al respecto, os pasamos este artículo que no tiene desperdicio:
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