Reportaje Huertos urbanos: “Estamos arreglando algo que se había roto”
Hoy queremos compartir este artículo de Diagonal, que nos ha gustado especialmente. ¿Seríamos capaces de hacer algo así en Burgos???
Todmorden, una pequeña localidad
inglesa de apenas 15.000 habitantes, se ha hecho famosa mundialmente
por un innovador proyecto de agricultura urbana local. La idea
es grandiosa por su simpleza, se señalan espacios públicos donde se
pueden cultivar verduras, hortalizas, plantas medicinales y frutales.
Posteriormente un grupo de 300 personas voluntarias se encargan del
mantenimiento y cuidado durante dos mañanas al mes. Cualquier persona,
residente o turista, puede servirse cuando llega la hora de la cosecha.
Incredible Edible (Increíbles y Comestibles) es una propuesta tan sencilla que parece ingenua vista desde nuestras mentalidades en las que todo lo que tiene valor debe llevar asignado un precio. Y sin embargo el éxito de la iniciativa ha desbordado las expectativas más optimistas, pues no se trata simplemente del hecho de cultivar verduras colectiva y socialmente, sino de articular un discurso sobre la importancia de la agricultura de proximidad, la reconstrucción del vínculo comunitario o la educación ambiental en un contexto de crisis climática y energética. Aprovechando una visita a Madrid de Mary Clear, una de las coordinadoras del proyecto, realizamos esta entrevista.
Incredible Edible (Increíbles y Comestibles) es una propuesta tan sencilla que parece ingenua vista desde nuestras mentalidades en las que todo lo que tiene valor debe llevar asignado un precio. Y sin embargo el éxito de la iniciativa ha desbordado las expectativas más optimistas, pues no se trata simplemente del hecho de cultivar verduras colectiva y socialmente, sino de articular un discurso sobre la importancia de la agricultura de proximidad, la reconstrucción del vínculo comunitario o la educación ambiental en un contexto de crisis climática y energética. Aprovechando una visita a Madrid de Mary Clear, una de las coordinadoras del proyecto, realizamos esta entrevista.
¿Cómo definirías Incredible Edible?
En
Todmorden, sería un movimiento ciudadano que usa el cultivo y la
cocina de alimentos como un vehículo para mostrar amabilidad.
Nos han contado que Incredible Edible arranca como una iniciativa de 'guerrilla gardening' que evoluciona rápidamente hacia una iniciativa estable compartida entre ciudadanía y administración local. ¿Cómo son los inicios del proyecto?
Al principio había menos organización y estructura, y aunque no nos gusta la definición de guerrilla gardening,
porque remite a la guerra, nuestras primeras acciones para llamar la
atención estaban muy relacionadas con plantar verduras sin permiso en
espacios públicos. Actualmente nos ofrecen más tierra y espacios de los
que podemos cultivar.
¿Cómo se logra ese cambio de un grupo pequeño y menos organizado a lo que sois hoy?
Hubo
tentación de hacer una gran estructura, pero apostamos por
organizarnos de forma ligera, y a la vez eficiente. Un grupo reducido
toma las decisiones más cotidianas; las decisiones sobre las
plantaciones y otras de mayor calado las toma el grupo ampliado. No
disponemos de oficina ni de ningún personal contratado.
¿Cómo es la relación con la Administración local desde el inicio hasta ahora?
Al
principio fue complicada, no entendían lo que hacíamos al cultivar
espacios vacíos en el municipio. En cierta manera pensaban que estaban
haciendo su trabajo al resistirse y plantear problemas. Ahora la
relación es muy positiva y nos ofrecen muchas facilidades para hacer
cosas.
¿Cómo se vence el miedo al vandalismo, la desconfianza a que la ciudadanía no se corresponsabilice de estas tareas, los temores a que la gente se lleve más de lo que necesita?
Al
principio todo el mundo estaba asustado de todo, incluida la
Administración local. Ladrones, cacas de perro, si plantas manzanas se
pueden caer y descalabrar a alguien, si plantas ciruelas mancharán el
pavimento, los ladrones van a venir al municipio, las plantas serán
envenenadas... nada de esto ha sucedido. Dialogábamos y en tono de broma
les planteábamos que en la granja los zorros, conejos, el perro y
otros animales también hacían pis... y nadie se había preocupado tanto.
El paso del tiempo ha diluido todos esos miedos, y además nos hemos
esforzado por hacer pensar a la gente en positivo, rompiendo la
desconexión con la naturaleza y con la producción de comida.
¿Cómo se consigue implicar a centenares de voluntarios para que participen de forma continuada en la iniciativa?
Disponemos
de cerca de 300 personas voluntarias, pero no todas van siempre. Lo
normal es encontrarte 40 o 60 en las jornadas de trabajo colectivo. El
primer domingo lo hacemos por la mañana y el tercero por la tarde,
siempre con comida colectiva. El grupo reducido de coordinación
planifica lo que se va a necesitar y las tareas a cubrir, se manda a la
lista de correo y la gente se va encargando de asumir las
responsabilidades. Y en caso de que quede alguna cosa sin cubrir, se
llama a gente de nuestra red y se le pide que venga, que la necesitamos.
Siempre funciona.
¿Qué le aporta a la gente el hecho de cultivar su municipio?
A
la gente le gusta la idea de cultivar cosas para extraños, sin saber
quién las cogerá y se las comerá. Nos gusta la naturaleza, preocuparnos
por la polinización, ver a los niños disfrutando con las flores y las
abejas... Creo que estamos arreglando algo que se había roto. A la
gente le gusta saber que a partir de pequeñas acciones están mejorando
el mundo.
Se han montado zonas de cultivo en iglesias, teatros, parques de bomberos o comisarías de policía. ¿Qué papel han jugado estos huertos a la hora de divulgar la iniciativa?
Creo
que los huertos del instituto, del centro de salud y de la comisaría
de policía son de los más importantes, porque están en lugares muy
visibles y transitados. La gente puede aprender mucho de estos huertos,
pues se aplica la rotación de cultivos, hay información que explica
este tipo de cosas. Son huertos educativos y los consideramos muy
estratégicos para sensibilizar a la gente. Y acaban provocando cosas
como que los materiales de jardinería (tijeras, palas, macetas...)
incautados en plantaciones de droga por la policía sean donados a
nuestra iniciativa, o que durante una extraña época de sequía los
maceteros de la estación de tren fuesen regados con cantimploras cuando
la gente se iba a trabajar.
¿De dónde sale la idea de organizar una ruta turística visitando estos huertos?
Nuestro
proyecto se sostiene sobre tres patas: construir comunidad, la
educación y la economía local. Todmorden está cerca de un pueblo muy
turístico y aquí no venía nunca nadie, así que lo planteamos como una
estrategia para atraer visitantes y dinamizar la economía local. Aporta
dinero para los comercios locales que existían y sirve como estímulo
para los nuevos que se han ido creando (panadería artesana, cerveza,
quesos...).
Comentarios
Publicar un comentario