lunes, 12 de septiembre de 2016

¡Tiempo de crecer y recoger en la huerta!

Soy Davide Valentino, uno de los voluntarios italianos de este verano, y voy a hablar de que hemos hecho en la última semana de julio y en agosto. En estas ultimas semanas se han notado mucho los progresos, señal del cuidado de trabajadores y voluntarios, y el las alquimias (también químicas y físicas, pero, en Molinillo, ¡siempre sin fertilizantes químicos!). Es como si la naturaleza y nosotros fuesemos un conjunto. 
Después de muchas semanas de quitar mala hierba, de largas charlas con la cebollas, de oraciones de rodillas con la alubia, de quitar mucha mala hierba que podría minar su crecimento, es tiempo también para nosotros voluntarios de probar nuevas tareas. De hecho, en estas manañas de trabajo, largas y rápidas al mismo tiempo, hemos empezado a aprender muchas cosas que no habíamos hecho hasta ahora.
En Molinillo, mientras que vemos los calabacines salir bien fuertes, hemos podado las plantas de los deliciosos tomates cherry, trabajo que necesita mucho cuidado para no estropear y no hacer caer aquel oro rojo desde los ramos. Luego, ha empiezado la recogida de este deleite. Entonces, hemos limpiado una parte de la huerta para una nueva siembra de zanahoria. Y hemos hecho eso en el envernadero cuando parecia que iba a ser un día bastante leve y luego se convertia en una sofocante jornada de trabajo en el desierto. Me gusta contar  estos esfuerzos, porqué creo que puede ser útil no olvidar que no es gratis tener frutas y verduras de tal calidad, de tal cuidado y con todo que distingue una obra como la huerta Molinillo. Nunca.
Y no es gratis tampoco coger la alubia verde (y luego también la roja), tarea que empezamos al final de julio, en la huerta de Rabé de las Calzadas. A nosotros  los voluntarios, no nos parecía así duro el primer dia, llegamos al pueblo con un día suave y el viento que nos acompañaba. Sin embargo, es un trabajo lento, preciso, largo, cansante, porque los frutos de la alubia no estan todos juntos y buenos para recogerlos, sino que se esconden en cualquier sitio alrededor de las plantas. ¡Tenemos que hacer mucho y con mucho cuidado!
Al final, hemos estado alegres viendo el bonito escenario de Rabé, que en una semana, todo lo que habiamos devolviao sus frutos: todas las plantas que hemos regado (aprendendo esta tarea también y a manipular las tuberias) han crecido muchisimo, las cebollas, las alubias y las calabazas hasta todas las coles que parecían blandas unos días antes. Bueno, creo que esta es la esencia de estas semanas en la huerta: contribuir a una manera diversa de producir, de comer, de vivir; sin embargo, es más importante comprender, mejor sentir lo que cuesta, a veces mucho, disfrutar los frutos de la tierra, lo que valen, y estar felices y también sorprendidos, mirando los logros de la nuestra siembra. ¡El trabajo sigue! 


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